Además del cambio de clima, cada época del año lleva asociado un estado anímico concreto. Aquí tienes las claves para acompasar tu casa y tu vida con el ritmo de los meses.
RAFAEL HERNÁNDEZ
30 DE AGOSTO DE 2019, 15:18

Aunque el ciclo estacional se ha alterado y en un futuro cercano verano e invierno prevalecerán sobre primavera y otoño, que serán mucho más cortas, de un modo u otro las estaciones seguirán existiendo y con ellas la necesidad de sincronizarnos con sus matices. Tanto a nivel técnico, preparando nuestra vivienda para la llegada de lluvias, frío o calor según la temporada, como a nivel emocional, pues cada estación lleva asociados estados de ánimo concretos. Estos cambios, absolutamente naturales y compartidos por todos, conllevan también determinadas alteraciones a nivel endocrino (biorritmos) y nos empujan, si sabemos interpretarlos, a realizar pequeños cambios de hábitos continuos para sentirnos en plenas facultades.

Dulce melancolía
Comencemos por la estación en la que estamos a punto de entrar. El otoño invita a “regresar” al interior de la casa, así que nos prepararemos para adquirir los hábitos de los días más oscuros y fríos con una iluminación menos intensa e indirecta por medio de, por ejemplo, lámparas de pie. Si en primavera revisábamos la refrigeración, en otoño toca hacer lo propio con los sistemas de calefacción, calderas, estufas y chimeneas; las bajas temperaturas cada vez llegan más de golpe y no querrás que te cojan por sorpresa.
En esta época del año, la gama cromática del entorno natural incorpora los amarillos, rojos y ocres. También es tiempo de fuertes rachas de viento, así que procura recoger los toldos y estores que habías instalado en verano si no quieres que se dañen. Si tienes piscina, antes de la llegada del otoño te interesará realizar el mantenimiento correspondiente de fin de la temporada de baño y, por último, te recomendamos estar atento a posibles obstrucciones de sumideros y canalones cuando llegue la caída de la hoja.

Reconfortante abrigo
El invierno es la estación de mayor reclusión del año, la más familiar e introspectiva. Vendrán muchas horas del día sin luz solar, por lo que en casa necesitaremos una buena iluminación, aunque nos interesa que no sea demasiado intensa si no queremos confundir a nuestros sensores biológicos. la luz cálida nos da mayor sensación de temperatura, por lo que es perfecta para esta época. Por eso las lámparas decorativas, que contribuyen a crear espacios acogedores, cobran mayor protagonismo. Hace frío, es normal y hasta saludable; recuerda que respirar aire frío ayuda a liberar toxinas. No pongas la calefacción a más de 18 grados; así estarás bien y gastarás menos.
En esta época del año también es necesario ventilar la casa, pero no más de 5 o 10 minutos al día o perderás calor. Ahora bien, si disfrutas de un sistema de calefacción por radiación podrás renovar el aire más a menudo ya que este tipo de climatización se basa en calentar los materiales y no el aire. Abriga la casa con alfombras tupidas, cojines y mantas; si quieres sincronizarla a nivel cromático es el momento de los blancos, grises y azules oscuros.

Explosión de color
Con la primavera llega la subida progresiva de las temperaturas y el aumento de las horas de luz diurna. Es el momento de abordar determinados aspectos que afrontados más tarde pueden resultar más engorrosos e, incluso, caros. En casa convendrá, en primer lugar, revisar el correcto funcionamiento de los sistemas de refrigeración para afrontar los meses venideros; en viviendas unifamiliares es el momento de plantear la instalación de mosquiteras si aún no se tienen.
Desde el punto de vista decorativo introduciremos el color a través del cambio de ropa del hogar, estores, cortinas y cojines. La primavera es sinónimo de verdor, y terrazas y balcones reviven con plantas de temporada de cuidados sencillos y amantes del sol como petunias, geranios, clavelinas y calas. También nos prepararemos para el incremento de la actividad social que acompaña la llegada del buen tiempo. Es el momento de asegurarnos de que no falten todos esos detalles –asientos, cojines, servicios de mesa, etcétera– que harán que nuestros invitados se sientan a gusto.

Que pase el aire, no el calor
Lo que quizá no sepas del verano es que respirar aire caliente conlleva una menor oxigenación y una menor liberación de toxinas a través de los pulmones, especialmente si la humedad relativa es elevada. Para contrarrestar todos estos aspectos deberemos ventilar a menudo, pero no de cualquier manera: hemos de hacerlo aprovechando la ventilación cruzada, de forma que forcemos al aire a circular de las fachadas frescas (norte y este) a las cálidas (sur y oeste).
También trataremos de activar sistemas de protección frente al exceso de radiación solar tales como pérgolas, toldos o persianas. Los días continúan siendo largos y la iluminación artificial también la plantearemos intensa y activa, exactamente igual que el tipo de energía que nos acompaña durante esta estación. Los motivos decorativos y la ropa del hogar serán de tonalidades anaranjadas, amarillas y marrones. Con estas herramientas, nuestros biorritmos nos llenarán de energía y vitalidad a lo largo del período estival.